Perdida

¡Maldición!

Parecía realmente que el destino quería que me lo tropezara a cada instante, se había convertido en una tarea diaria y titánica el evitarlo. Pero algo típico de estas oficinas donde todos compartimos un cubículo de 3 x 2 mts, no es extraño que los pasillos e incluso el baño sean proporcionalmente iguales.

Me detuve abruptamente, con la cara empapada al salir del baño, porque él estaba de pie, abarcando completamente el pasillo de afuera. Su sonrisa sardónica incluso me asustó, dejaba muy claro que no se evitaría el placer de hacerme alguna estúpida broma.

—¿Por qué tan húmeda?— Preguntó tratando de no sonreír con todo el rostro. 

Yo, en cambio, dejé reflejar mi indignación. Me pasé la mano por la cara para secar, o por lo menos intentarlo, el agua que tenía encima. 

—Nos quedamos sin toallas de papel.—Dije sin ánimos. La cuestión con él era que decirle o demostrarle algo de emoción despreciable: ponerle desde la raíz del pelo hasta la punta de los pies un mensaje de "no te soporto", funcionaba igual que desnudarme y decirle que me aplastara contra la pared.

Con la misma cara de poker caminé hacia el frente pero él no se movió, sin mirarlo pregunté:

—¿Te importaría?—Señalando el camino que me liberaría de esto.

—Uhm,— dijo con un suspiro. — Por supuesto.

Movió su esqueleto de 1.90mts, pegando su espalda a la pared para darme espacio, sin pensarlo le adelanté aplicando la misma maniobra pero él... estiró su brazo poniendo la palma contra la pared de enfrente a la que yo, por reflejo, me pegué más. Me detuvo justo frente a él. ¡Estúpidos y diminutos pasillos!

—¿Puedo preguntarte algo?—Dijo mirando la pared por encima de mi cabeza.

Frunciendo el ceño lo miré. 

—Como quieras.

Él bajó sus ojos hasta encontrarlos con los míos y respirando profundamente replicó: —¿Te molestaría demasiado ser mi amiga, o por lo menos darte cuenta de lo mucho que me molesta tu actitud indiferente?

Casi me echo a reír pero me contuve al ver su expresión tan seria. ¡No podía estar hablando en serio!

—La sonrisa que tenías hace un momento no parecía de molestia. 

Él rodó los ojos y se inclinó para quedar a mi altura todo lo que el pequeño pasillo le permitió. Abrió la boca para decir algo pero la cerró en el acto y simplemente atrapó mi mirada en la suya. Sentí el corazón en mi oído, dio una carrera como si hubiese sido un ciervo asustado por un cazador. Ardía por dentro. Contuve la respiración.

...Sus labios fueron una suave caricia sobre los míos mientras se movían. Mi pobre cerebro sufrió una sacudida y se quedó totalmente en blanco. Como una reacción involuntaria respondí el beso al darme cuanta que estaba completamente inmóvil. Su mano se retiro de la pared para posarla sobre mi mejilla.

Y me perdí...

Estaba completa y jodidamente perdida.

Roraima Colina
Gracias a mi Geme, Andreína Gómez por sus anécdotas. Lol