One shot. Michael, Sara y Mike. Prison Break.
Cómo sería el momento en que estuviesen todos juntos, sanos y salvos. Se me ocurre algo mucho más extenso, pero es la 1am, así que solo rindo para esto. Lol. ¡Disfrutenlo!
"¡Tú naciste Scofield!”
“Mi madre me lo dijo la última vez que la vi. Lo dijo apuntándome con un arma directo al corazón. Ese fue el día que la vi morir.
Hoy, veo a una mujer completamente diferente diciendo la misma frase.
El tiempo y el espacio pueden cambiar tan drásticamente.
— ¡Es que tu naciste Scofield! — repite la mujer con una enorme sonrisa de alivio mientras lo sostiene en sus brazos en un gran abrazo.
El niño la mira con una sonrisa de orgullo cuando lo suelta. Él me mira.
— ¿Qué te pareció, papá?
El corazón parece estallarse en mi pecho cuando lo oigo llamarme así.
— Magnífico.
Nos miramos por largo rato, es como si nos conociéramos desde siempre. La mujer nos interrumpe con una carcajada.
Su risa es como las olas al anochecer, cuando la playa está sola, en silencio e inmensa y tu solo quieres cerrar los ojos y quedarte ahí oyendo para siempre. Extrañaba tanto el mar.
La miro.
¡Dios mio, como me mira!
Nada ha cambiado y siento ganas de llorar cuando pienso en ello.
— Yo creo que lleva mucho Tancredi también. — Le digo volviendo a mirar al niño, sintiéndome mucho más pequeño que él. Es tan grande, tan enorme comparado conmigo. Comparado con lo que siento por él.
— Por supuesto, ni lo dudes. Pero no he conocido dos personas más calladas y con esa mirada calculadora que ustedes. Sé que lo has escuchado varias veces Mike, pero tu padre no: Mike fue quien logró que nunca te olvidará, — me dice poniendo una mano sobre mi mejilla —, no solo por ser nuestro hijo, sino por lo parecidos que son. Ven más allá de lo que mis ojos ven. Más que los ojos de cualquiera.
Veo a mi hijo y vuelvo a sentir ganas de llorar.
Ninguno de los dos dice nada.
Nos reímos.
Sara, la de la voz más dulce y el nombre más precioso niega con la cabeza mientras sonríe, se da media vuelta y camina hacia los demás que también se dan abrazos de alivio entre ellos.
Yo me quedó ahí, viendo a mi hijo. Mi hijo.
— ¿Listo para irnos?
— Listo. — Dice con firmeza.
— ¿Sabes algo, Mike?
— Sé algunas cosas, papá. ¿Pero de qué hablas tú, específicamente?
Sonrío.
— Gracias por cuidar a tu madre por mí.
Mike, con sus grandes ojos, me mira.
— No fue nada, papá. Somos héroes griegos. Somos Ulises y Telémaco. — dice aferrándose a mi mano.
— Si, lo somos.”
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